Qué puedes ver en la Capilla del Santo Cáliz
Entra por la Puerta de los Hierros de la Catedral y dirígete a la primera capilla que encontrarás a tu derecha. Para albergar semejante joya, la capilla del Santo Cáliz es una estancia sin grandes lujos ni estridencias, envuelta en sereno silencio. Tras el altar podrás contemplar, en una urna acristalada, esta misteriosa pieza de valor incalculable por todo lo que representa y los mitos y leyendas que ha generado a lo largo de la Historia.
Toma asiento en uno de los bancos de la capilla y detente a contemplar los detalles. Justo de frente, abrazando el Santo Cáliz, verás un impresionante retablo de alabastro realizado por el italiano Giuliano Poggibonsi, discípulo de Lorenzo Ghiberti, autor de las Puertas del Paraíso del baptisterio de Florencia. Es la antigua puerta del coro de la Catedral del siglo XV, con doce relieves de escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.
Si elevas la vista, descubrirás la bóveda de crucería nervada en forma de estrella. En sus claves están los doce Apóstoles y en la central, la escena de la coronación de la Virgen en el cielo después de la Asunción.
A tu izquierda, esas enormes cadenas que cuelgan del muro, son las que cerraban el puerto de Marsella y que Alfonso V el Magnánimo se trajo en 1423 tras su paso por la ciudad provenzal. Sobre los 226 eslabones, el lienzo “Expulsión de los moriscos” del artista Vicente López. Y al otro lado, el fresco de la Adoración de los Reyes pintado por Nicolás Florentino.