Escudo de València: La historia cincelada a golpe de heráldica
Una de las señas de identidad de la dos veces milenaria València es su escudo. Éste esconde una serie de vicisitudes históricas, muchas de ellas relacionadas con conquistas y batallas, que han modelado el carácter de la ciudad y se reflejan en su símbolo más destacado, que es testimonio de tiempos pretéritos cincelados a golpe de heráldica.
El escudo que hoy conocemos no fue siempre así. El primer emblema de la Valentia romana, antes de su fundación por unos legionarios veteranos de las campañas de Lusitania, consistía en un cuerno de la abundancia rodeado de rayos. Y más tarde, hasta bien entrado el siglo XIV, el símbolo era una ciudad amurallada entre olas, en alusión a su proximidad al mar Mediterráneo.
Actualmente consta de un escudo de forma romboide (en “cairó”, en el argot heráldico) con cuatro palos de gules (color rojo vivo) sobre campo de oro. Estos elementos inicialmente fueron asimilados de la Señal Real de Aragón, enseña oficial del reino, por los jurados del Consell Municipal en 1377, tras decidirse a adoptar las armas del Rey.
Pronto el monarca Pedro IV el Ceremonioso concedió el favor de agregar nuevas enseñas para honrar la bravura de València en la guerra conocida como la de los dos Pedros (disputa castellano-aragonesa entre 1356 y 1369). Así, remató el conjunto con la corona real y añadió las dos eles (L) que se pueden observar en la parte inferior, y que hacen alusión a las dos ocasiones en las que la ciudad se mantuvo “leal” ante sendos asedios a que fue sometida.
El murciélago que se sitúa en la parte más alta del blasón, pudo ser en su origen la vibra o dragón propio de algunas ciudades de la Corona de Aragón. Se institucionaliza en el siglo XVII. Sea como fuere, hoy es comúnmente asociado a València como animal insignia del lugar. Parte de culpa la tiene la antigua leyenda que atribuye a este animal la virtud de alertar a las huestes de Jaume I el Conqueridor, reposando acampadas, de un ataque sorpresa de las filas musulmanas.
Las ramas de laurel que rodean el conjunto son una concesión mucho más tardía de Fernando VII, en homenaje a la resistencia de València al asalto de las tropas napoleónicas del general Bon Adrien Jeannott de Moncey. La toma de la ciudad no se produjo y otro hito de gloria militar quedó reflejado en el escudo municipal.
Dónde encontrarlo
El conjunto forma parte de la imagen de València y simboliza con orgullo la personalidad de la ciudad demostrada a lo largo de sus más de dos milenios de existencia. Así, puede encontrarse en numerosos edificios y lugares emblemáticos, como en las fachadas de La Lonja de la Seda, la Estación del Norte, el Mercado de Colón o el Ayuntamiento; en las vidrieras del Mercado Central; en la cúpula del edificio de Correos; en las verjas de las Torres de Quart; en la base de la Estatua de Jaume I en el Parterre; en el Jardín del Turia esculpido con flores, cerca del Palau de la Música; ¡hasta en las tapas de las alcantarillas!